Abatido por el dolor de tu temprana marcha. Desconsolado por tu ausencia prematura, te escribo amigo Juan.
Deseo que sepas que la tristeza ha invadido mi corazón y soy incapaz de entender tu última partitura. Tú, adalid de la alegría que hacías cantos del viento, me has dejado huérfano de tu presencia abriendo un camino nuevo hacia la nada. Los que te queríamos y apreciábamos, no entendemos nada de cuanto te ha ocurrido. Tan rápido, tan doloroso, tan mortífero.
Como una fugaz estrella, has escogido el silencio después de haber vivido un mar de tremendos vaivenes, a los que tú, inconscientemente habías llevado tu existir.
Amigo Juan. Nos dejas el recuerdo de tu imborrable figura incrustada ya para siempre en el aroma de lo que tanto amabas: la música. El dolor de los tuyos traerá a mí tu inconfundible ser y prolongado en ellos te recordaré con el cariño ciego de los que por encima de todo te queríamos y comprendíamos. Ya no escucharé más de tus labios la palabra.... “compae, donde vas”, pero el timbre de tu voz me acompañará siempre y en cada rincón de nuestros recuerdos te veré sereno y sonriente tal como tú eras.
Consciente de que lo que tu menos deseabas era decirme adiós, te has llevado contigo el caudal de tus ilusiones renovadas y sin tiempo para andar sobre ellas, me has dejado roto, al ver tu obra inconclusa. Pero estas aquí y te siento. Con eso me basta.
Asumiendo que tú sombra ya no se proyectará más, tengo lleno el cajón de los recuerdos, de los que iré extrayendo para consolar mi pena los innumerables momentos compartidos.
Estoy convencido amigo Juan, de que no has tenido tiempo para preparar tu adiós, ocupado como estabas en recomponer tu puzzle roto. Pero sé, que en un rincón de tu cerebro nos has llevado contigo para dialogar en el tiempo y decirnos cuanto querías que supiéramos. Sé también que en tu paz eterna nos tendrás contigo, haciendo de nosotros tu mayor tesoro, modelando el ser perfecto al que ansiabas. Tú, general de ilusiones, has descuidado tu última batalla y nos has dejado en la mas oscura tristeza. Tú, general de vida, te has dejado arrastrar a la madre tierra, descuidando tu flanco enfermo. Tú, general de cantos nos has dejado una difícil partitura de dolor que interpretar odiamos.
En el lugar donde te encuentres compae Juanillo, cuenta conmigo. Te aprecie en vida y te recordaré en la muerte.
Tu compae Potaje.
Deseo que sepas que la tristeza ha invadido mi corazón y soy incapaz de entender tu última partitura. Tú, adalid de la alegría que hacías cantos del viento, me has dejado huérfano de tu presencia abriendo un camino nuevo hacia la nada. Los que te queríamos y apreciábamos, no entendemos nada de cuanto te ha ocurrido. Tan rápido, tan doloroso, tan mortífero.
Como una fugaz estrella, has escogido el silencio después de haber vivido un mar de tremendos vaivenes, a los que tú, inconscientemente habías llevado tu existir.
Amigo Juan. Nos dejas el recuerdo de tu imborrable figura incrustada ya para siempre en el aroma de lo que tanto amabas: la música. El dolor de los tuyos traerá a mí tu inconfundible ser y prolongado en ellos te recordaré con el cariño ciego de los que por encima de todo te queríamos y comprendíamos. Ya no escucharé más de tus labios la palabra.... “compae, donde vas”, pero el timbre de tu voz me acompañará siempre y en cada rincón de nuestros recuerdos te veré sereno y sonriente tal como tú eras.
Consciente de que lo que tu menos deseabas era decirme adiós, te has llevado contigo el caudal de tus ilusiones renovadas y sin tiempo para andar sobre ellas, me has dejado roto, al ver tu obra inconclusa. Pero estas aquí y te siento. Con eso me basta.
Asumiendo que tú sombra ya no se proyectará más, tengo lleno el cajón de los recuerdos, de los que iré extrayendo para consolar mi pena los innumerables momentos compartidos.
Estoy convencido amigo Juan, de que no has tenido tiempo para preparar tu adiós, ocupado como estabas en recomponer tu puzzle roto. Pero sé, que en un rincón de tu cerebro nos has llevado contigo para dialogar en el tiempo y decirnos cuanto querías que supiéramos. Sé también que en tu paz eterna nos tendrás contigo, haciendo de nosotros tu mayor tesoro, modelando el ser perfecto al que ansiabas. Tú, general de ilusiones, has descuidado tu última batalla y nos has dejado en la mas oscura tristeza. Tú, general de vida, te has dejado arrastrar a la madre tierra, descuidando tu flanco enfermo. Tú, general de cantos nos has dejado una difícil partitura de dolor que interpretar odiamos.
En el lugar donde te encuentres compae Juanillo, cuenta conmigo. Te aprecie en vida y te recordaré en la muerte.
Tu compae Potaje.
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