Acabo de recibir la terrible noticia de tu muerte. Así, casi distraído me ha cogido tu último suspiro. Aún no me lo creo, y sin embargo, ya se que es cierto. Ahora llevábamos un tiempo sin vernos, tú, porque tus piernas apenas te dejaban dar dos pasos sin que te cansaras. Yo, porque voluntariamente me he puesto al lado de este ajetreo de la lucha, en la que tu, y yo, tantas veces hemos hablado.
Me siento mal, muy mal querido Florián. Te has ido sin despedirte, y esto no era lo que habíamos hablado. ¡Quizás la culpa es mía! En los últimos tiempos no te he visitado, y este posiblemente sea el motivo de no haberme percatado que también tu corazón se sentía cansado.
Sinceramente pienso que no has tenido tiempo para nada. Todo te ha llegado de improviso. Tú, tan responsable con tus cosas. Tú, tan fiel a tus principios. Tú tan buen consejero. Tú, personaje de libro que ha pesar de tu edad te sentías joven, leal y compañero. Déjame decirte querido Florián, cuanto te apreciaba. Te he escuchado siempre con suma atención, y de tus labios siempre salían sabios consejos que en mi vida aplico. Aún resuenan en mí la fuerza de tus frases hablando de honradez, la luz de tu mirada exigiendo transparencia, que junto a tu lema de libertad, progreso y comunismo, te han distinguido siempre.
Aquí seguiremos querido Florián, en esta lucha interminable, pero sabiendo que un día la luz que tú perseguías y que también es la mía, se hará realidad. No importan los años y el tiempo, lo importante, es que la antorcha que tu sueltas otras manos la abracen, así, de esta manera, tu lucha tendrá continuidad.
Seguro que ya recorres las praderas del infinito, y desde tu posición privilegiada nos ves padecer y sentirte. No queríamos que te fueras, y mucho menos así tan de repente, pero en ese motor que nos da vida, no manda nadie, y así, sin un suspiro, nos has dicho adiós. Ya no celebraras con tus camaradas la Navidad, Florián. Nosotros si te tendremos presente. De la misma manera que tú esposa Concha y tus hijos a partir de hoy padecerán tu ausencia, un colectivo de amigos y camaradas te recordaremos siempre.
Adiós amigo Florián, me dejas huérfano de tu cariño y tu amistad.
Paco potaje.
Me siento mal, muy mal querido Florián. Te has ido sin despedirte, y esto no era lo que habíamos hablado. ¡Quizás la culpa es mía! En los últimos tiempos no te he visitado, y este posiblemente sea el motivo de no haberme percatado que también tu corazón se sentía cansado.
Sinceramente pienso que no has tenido tiempo para nada. Todo te ha llegado de improviso. Tú, tan responsable con tus cosas. Tú, tan fiel a tus principios. Tú tan buen consejero. Tú, personaje de libro que ha pesar de tu edad te sentías joven, leal y compañero. Déjame decirte querido Florián, cuanto te apreciaba. Te he escuchado siempre con suma atención, y de tus labios siempre salían sabios consejos que en mi vida aplico. Aún resuenan en mí la fuerza de tus frases hablando de honradez, la luz de tu mirada exigiendo transparencia, que junto a tu lema de libertad, progreso y comunismo, te han distinguido siempre.
Aquí seguiremos querido Florián, en esta lucha interminable, pero sabiendo que un día la luz que tú perseguías y que también es la mía, se hará realidad. No importan los años y el tiempo, lo importante, es que la antorcha que tu sueltas otras manos la abracen, así, de esta manera, tu lucha tendrá continuidad.
Seguro que ya recorres las praderas del infinito, y desde tu posición privilegiada nos ves padecer y sentirte. No queríamos que te fueras, y mucho menos así tan de repente, pero en ese motor que nos da vida, no manda nadie, y así, sin un suspiro, nos has dicho adiós. Ya no celebraras con tus camaradas la Navidad, Florián. Nosotros si te tendremos presente. De la misma manera que tú esposa Concha y tus hijos a partir de hoy padecerán tu ausencia, un colectivo de amigos y camaradas te recordaremos siempre.
Adiós amigo Florián, me dejas huérfano de tu cariño y tu amistad.
Paco potaje.
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